sábado, 28 de abril de 2012

Protesta, grita, tiene una pataleta... es normal que el pequeño no acepte de buena gana un castigo pero, a la hora de aplicar un castigo, está prohibido gritar. Te explicamos por qué.


Protesta, grita, tiene una pataleta... es normal que el pequeño no acepte de buena gana un castigo pero, a la hora de aplicar un castigo, está prohibido gritar. Te explicamos por qué.


Sabemos que muchas veces es difícil controlarse. El niño patalea y grita para protestar por la aplicación de un castigo. Pero, debes controlarte y evitar los gritos. Aplicar un castigo con gritos le está indicando al niño que nuestro comportamiento es negativo y vengativo, lo que provocará en el pequeño una conducta aún más defensiva.

Para aplicar un castigo hay que demostrarle a nuestro hijo, que nosotros somos adultos. Debemos mantenernos firmes sin perder los nervios, aunque eso, a veces, parezca imposible. Hay que oír al niño, escuchar sus explicaciones. Una vez escuchada su versión, será momento de valorar y marcar los límites. Las promesas y las excusas deben escucharse con precaución. Es normal que el niño prometa no volver a repetir la conducta que le ha llevado a ser castigado pero eso no tiene por qué librarle del castigo.

Si mantenemos la calma y no caemos en una espiral de gritos, ganaremos el respeto de nuestro pequeño. 

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